El juego de Canicas se remonta a tiempos antiguos, egipcios, romanos y teotihuacanos las usaban; es una distracción que ha sido importante en la convivencia entre generaciones, pues no importa edad o sexo del participante. Hoy el jugador en turno puede estar al nivel del suelo, en cuclillas o tirar de pie; una manera común de tirar es la de “huesito” poniendo la canica entre la falange del pulgar doblado y la parte de la huella del índice; otro tiro es el de “uñita”, se coloca la canica entre la uña del pulgar y el hueco formado por la curva del índice. Cada niño tiene su consentida, es un “tirito” como amuleto que se elige según su tamaño, color y facilidad para deslizarse.
Existen varios juegos como el hoyito, círculo y el cuadro, en el terreno plano se traza una línea de salida y a 3 o 5 m se ponen las canicas, para jugar solo o en pareja y tirar contra las del contrario, con el objeto de “matarlo” y así ganarle sus canicas. En este juego hay expresiones como: “Chiras pelas”, “tira desde la rodilla”, “pinta tu calaverita” “de a devis”, “calacas” que significa “se murió”, “se acabó” o “pinto mi raya”, mencionadas para marcar límites a algo y han persistido a través del tiempo.
Las canicas más usadas en el juego miden 1.5 cm, aunque hay más chicas y otras mayores llamadas bombonas, bombochas o caniconas. Existen decenas de modelos: agüitas, ponches, diamantes, ágatas, tréboles, estrellas, ópalos, diablitos, flamas, perlas, arcoíris, etc, y pueden ser de barro, piedra o vidrio. Hoy es difícil hallar todos los modelos debido al costo de pigmentos, como los amarillos y rojos que contienen polvo de oro, lo que eleva su precio.
En México se producen más de 20 millones de canicas al año, de 60 tipos diferentes que se exportan a más de 40 países. Las comunes de vidrio, son coloridas ilusiones de cristal, que alegran a millones de niños y adultos alrededor del mundo.