La Reserva de la Biosfera Sian Ka’an, que deriva del maya y significa “Principio o Hechizo del Cielo”, es uno de los lugares más lejanos, salvajes y menos conocidos de México: es un antiguo territorio de mayas, piratas, lugar de encuentro con los primeros europeos y poco frecuentado por el hombre, lo que lo convierte en uno de los más prístinos ambientes entre la selva y la costa central de Quintana Roo (a 150 km de Cancún). Formada casi totalmente por terrenos nacionales con escasa población humana por el difícil acceso y estar fuera de planes turísticos masivos. Fue Decretada área protegida el 20 de Enero de 1986 con una superficie de 528,000 ha e incluida en la Red Internacional de Reservas de la Biosfera, y desde 1987 es parte del Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. Asimismo, en 1994 en el sur se decretó el Área de Protección de Flora y Fauna Silvestre de Uaymil, un extenso territorio plano e inundable, con petenes, selvas, manglares y costas, que complementa a Sian Ka’an y suma más de 650,000 ha de ambientes vírgenes, donde aun habitan especies animales que requieren amplios territorios para sobrevivir.
Un acceso al norte de Sian Kaán es por el sitio arqueológico de Muyil y la laguna Chunyaxché, con 10 km de angostos canales naturales hasta Boca Paila y la costa. Por el sur un acceso es por la carretera a Majahual que sigue 50 km la costa norte, hasta el pueblo pesquero de Punta Herrero, y al oeste se entra por Carrillo Puerto; pero, el acceso principal es un camino costero que cruza entre selvas bajas, manglares y palmeras que evocan un paisaje tropical, son 60 km que separan Tulúm de Punta Allen, un poblado pesquero de langosta donde un grupo de guías realizan recorridos en lancha por la enorme Bahía de la Ascensión, así como parte de los 110 km de arrecifes coralinos del Gran Arrecife Maya junto a las bahías de la Ascensión y del Espíritu Santo. En Sian Ka’an pueden visitarse media docena de cayos, islas e islotes rodeados por aguas verdosas para admirar cientos de garzas, ibis, fragatas, pelícanos, cigüeñas americanas, algunos flamencos y la rara cigueña Jabirú, además de cocodrilos y manatíes.Las tierras aledañas forman un mosaico de ecosistemas distintivos como palmas espinosas, palo de tinte, carrizales, tulares, zacatonales y mangles, así como petenes o islas vegetales con un cenote en su centro y rodeadas por agua.
En esta franja geológica reciente de casi 2 millones de años de aniguedad, la tierra caliza se funde poco a poco con el mar, donde el hombre también tiene su ocupación, pues existe un canal artificial de 24 km construido entre manglares hace más de 1,000 años por los mayas, desde Chankáh Veracruz hasta el sur de la Bahía de la Ascensión; también durante el porfiriato existió un tren de vía angosta, hubo extracción de copra, maderas preciosas, pesca, y otras actividades productivas. Así, aunque en nuestro tiempo es difícil encontrar lugares no tocados por el hombre, gran parte de Sian Ka’an es inaccesible y alberga esperanzas entre los últimos santuarios bien conservados, como indica su enorme biodiversidad intacta; además, está protegido por zonas núcleo que limitan las actividades humanas y sólo se realiza investigación científica con criterios ecológicos precisos para salvaguardar la diversidad genética, realizar investigación aplicada y practicar ecoturismo de baja intensidad, para el disfrute de las generaciones futuras.
ANÉCDOTA MAYA ANCESTRAL. A finales del pasado siglo XX, en la ciudad de Cancún, un colega de trabajo de origen maya de casi 70 años, nos comentó: “cuando era niño me platicaron ancianos mayas que, en la zona sur de Sian Ka’an y norte de Uaymil, existe un Ojo Cósmico, un santuario místico único que pocos saben de él, por donde migraron reyes y sacerdotes mayas, hace más de 800 años, y por donde también regresarán, según antiguas crónicas. Es un lugar desconocido para el hombre moderno, nadie ha llegado hasta ahí, para qué ir, no hay nada que traer, nada por descubrir, no vale nada para nadie: es territorio cenagoso formado por carrizales aislados, mangles enanos y algas verdes; son las más extensas tierras pantanosas, difíciles de navegar e imposible de caminar unos pocos metros, por lo qué han permanecido olvidadas durante siglos. Se dice que resguardan un Ojo Espacial o Portal que sólo se abre un día al año y por pocos minutos, un acceso de los ungidos mayas, para que viajen muy pocos, como un escape sólo para los elegidos”. También comentó que, quizá antiguos viajeros en el espacio-tiempo dejaron el conocimiento de este reducto secreto, sólo para iniciados, para quienes tenían el control del mundo, de su mundo… dijo que quizá una inmensa nave u OVNI así los transportaba.