Sumergirse en las aguas del Caribe mexicano, ofrece la oportunidad de admirar los arrecifes coralinos que son como jardines floridos, se trata de formaciones creadas por diminutos animales que han modificado el fondo marino con sus esqueletos calcáreos: los llamados pólipos durante millones de años han formado las estructuras de corales ramificados, globosos y laminares, desde pocos centímetros hasta gigantescas.
En México, las mayores colonias coralinas se ubican alrededor de varias islas de Quintana Roo y una barrera arrecifal que se extiende por casi toda su costa, y se considera la segunda barrera arrecifal más larga del mundo. Por el norte, inicia en Isla Contoy, el oeste de Isla Mujeres y Punta Cancún-Nizuc, Puerto Morelos, la costa oeste de Cozumel, la Riviera Maya, y en las Reservas de la Biosfera de Sian Ka’an y el Banco Chinchorro.
Estas aguas cálidas se consideran un paraíso para el buceo y el esnorquel, donde los arrecifes de Cozumel y Cancún destacan entre los de mayor demanda mundial.
Una inmersión de una hora permite admirar esta comunidad submarina compuesta por esponjas, anémonas, gusanos urticantes, caracoles, erizos, estrellas, cangrejos, camarones, tiburones, tortugas, y cientos de llamativos peces tropicales. La variedad de formas de vida que habitan estas aguas es infinita, desde sencillos invertebrados, hasta los mayores mamíferos marinos.
Se trata de un mundo bello y diferente, donde las corrientes marinas son suaves, el agua tiene promedios de 26 oC al año, y la visibilidad sobrepasa los 20 metros. Aquí el compromiso es convivir con un paraíso submarino excepcional, de lento desarrollo, difícil recuperación y de fácil afectación por las actividades humanas.