Su cocina tradicional proviene desde la época prehispánica y cada día es revalorada por sus aromas y sabores, que incluyen una mezcla de ingredientes y antiguas recetas heredadas de tiempos de la cultura huasteca con aportes españoles.
La gastronomía chiconamelense tiene un toque especial, porque cualquier casa y rincón del municipio incluye elementos e ingredientes propios de cada lugar; y aquí a la hora de comer muchos han dicho: “todo lo que camina, corre y vuela, es para la cazuela”, pues en décadas pasadas en el municipio se consumía carne de animales del monte como venados, conejos, armadillos, palomas, y los ahora extintos cocodrilos, tortugas de río, y tuza real.
Actualmente muchas familias conservan la tradicional cocina de humo que tiene el metate de piedra volcánica con su mano o “metlapil” para moler el nixtamal, el comal de barro para las tortillas, las ollas y cazuelas para los guisados, los cántaros y jarros para el agua, y junto está el fogón o brasero de leña donde hierven el nixtamal, ponen el café, frijoles, sopas, tamales, y todo lo que comen en cada casa. Además algunas familias modernizan la cocina con estufa de gas, y el empleo de utensilios de metales y plástico.
La comida es excelente en el pueblo de Chiconamel, ubicado en el centro del municipio, también en poblados del sur, como en Motoltepec, Romantla, Humotitla y Tancazahuela, aledaños a Huejutla, Hgo.; algo diferente es la comida en comunidades ubicadas cerca del río como el Cepillo, Cuahuizoco, Chintepec, Los Venados o el Mirador, donde puedes comer mojarras, guabinas y bagres, cozoles, acamayas, queso fresco, y animales de patio.
En todo el municipio son deliciosos los tamales, como los pequeños de 8-12 cm que son pintos, con carne de cerdo, pollo, res o verduras; el Tapataxte de 20 a 30 cm, el Zacahuil y el Xojol que miden más de un metro. Las enchiladas de salsa verde, roja o tomate, fritas de feria, de ajonjolí o con huevo, chorizo y queso; los frijoles con cueritos, masa o jacubes; los bocoles blancos, verdes o pintos; así como la carne de res en bistec, cecina y caldos.
En casi todo el municipio, el maíz se consume desde hace siglos, como tortillas hechas a mano, tamales, tacos, sopes, quesadillas, pinole, atoles, y mucho más. La comida es tan variada, que en las fiestas familiares se come barbacoa de res o borrego, carnitas, cueritos o adobo de cerdo, pollo en ajocomino con arroz, moles y caldos de gallina, guajolote o pato.
A lo largo del año en cada temporada, se hacen tamales de quebrache o elote tierno, frijoles con soyo, bocoles de cashtilán, garnachas con verdura, huevos con jacube o flor de izote; calabaza, cuahuayote o yuca en dulce, aguas y atole de jobo, y variados platillos.
Y para las tardes cálidas o lluviosas, hay una rosca, pastelito, envidiosa, mestiza, royal, pemol, chankakada o cualquier otra delicia hecha por nuestras panaderas; así se disfruta de la cocina tradicional de Chiconamel que sigue viva, y donde todo es acompañado con salsas picantes, aguas frescas de temporada, un aguardiente huasteco o alguna bebida fría.