Los sistemas de señalización son muy antiguos, y han ido evolucionando desde señales visibles, hasta el Faro, del griego = pharos; este consiste en una torre de señalización luminosa situada en la costa o junto a ella, y que mediante diferentes fuentes de energía señalan con luz los accesos y pasos peligrosos; hoy los modernos sistemas de navegación por satélite como el GPS han quitado importancia a los faros, aunque estos aun son de utilidad y además dan seguridad a la navegación nocturna.
En la costa de Quintana Roo, los mayas, navegantes constantes del mar Caribe, conocían lo difícil que son sus costas y por ello pusieron una red de señales frente al mar, por lo general en las tierras o dunas más elevadas; estos marineros mayas usaron señales mediante pequeñas pirámides visibles desde el mar, como si fueran faros, útiles y aislados que por la noche tenían fuego encendido en su interior, sobre todo en los lugares peligrosos con barrera coralina y fuerte oleaje, así como en las zonas seguras para atracar; esto a lo largo de la ruta comercial que iniciaba en la isla de Términos Campeche, hasta la isla de Roatán en Honduras, además la costa les sirvió para recorrer los ríos navegables y llegar hasta las grandes ciudades del interior de mundo maya, donde intercambiaban con el resto de Mesoamérica productos como sal, copal, hule, pescado, miel, bordados, y mucho más.
Entre los personajes más antiguos y constantes de las costas de todo el estado de Quintana Roo, están los fareros. Así, para mis buenos amigos antropólogos y expertos en el tema, los Drs. Stella Maris Arnais Burne y Alfredo César Dachary (1985): estos personajes eran verdaderos guardianes de la costa y aliados naturales del navegante con una larga y rica historia de las costas del Caribe mexicano, porque en esta costa, los fareros poblaron los primeros ranchos, además fueron, pescadores y cazadores, hicieron de sus puestos una avanzada en el largo proceso de poblamiento de las costas y pese a los cambios siguen en sus puestos, menos aislados, más integrados a los nuevos poblados pero siempre atentos con su señal, de la cual dependen los marinos para llegar a su destino.
Aquí, los ranchos copreros fueron la base económica y su desaparición a partir de los huracanes, como el Janet en 1955, marcaron el inicio de un cambio profundo, donde los hombres de la costa dejaron de producir copra para volver a la pesca; pocas décadas después llegó la plaga del Amarillamiento Letal del Cocotero, y así un ciclo largo acabó para dar inicio a otro: los pescadores vieron al turismo como una fuente de ingresos más segura, donde la costa con playas blancas y palmeras, vive los cambios, y en medio de la soledad de estos lugares, donde a medida que el palmar dejó de ser productivo, el tiempo y los nuevos visitantes lo volvieron atractivo.