La costa norte de Mazatlán, cubierta por extensas selvas secas en época de sequía, resguarda interesantes atractivos naturales y cuenta con un enorme muestrario de petroglifos que permanecen como mudos testigos de tiempos antiguos. Este extenso territorio recibe el nombre de Meseta de Cacaxtla, y es el área natural protegida más grande de Sinaloa, donde se encuentran cerca de 300 especies de plantas y más de 500 especies de aves, mamíferos, anfibios y reptiles. Fue creada como Área de Protección de Flora y Fauna Meseta de Cacaxtla, con superficie de 50,862 has, el 27 de noviembre del año 2000.
Al caminar, es poco lo que nos cubre la sombra de la selva baja que en la primavera ha perdido casi todo su follaje. Nos guía una angosta vereda rodeada por arbustos de acacia, capomo, vara blanca y cardones. En el cauce seco del arroyo la Chicayota la vegetación cambia, los árboles de Higuera, Capomo y Papelillo, son altos y frondosos, alcancen más de 30 m de altura y cobijan bolseros, charas azules y urracas cara negra; pero lo que sobresale son las grandes rocas y las enormes raíces con contrafuertes, signo inequívoco de suelos pobres, por lo que sus raíces sobresalen a la superficie.
Abundan los altos y robustos árboles, junto a estos nos vemos pequeños. El cauce del arroyo conserva algunas charcas que permanecen pese a la sequía, y en las pozas bajas y profundas abundan los charales, ranas, y galápagos. Alrededor del agua, todo están en su esplendor y el ambiente es fresco; en la orilla lodosa destacan las huellas de armadillos, jabalíes, mapaches y hasta de un jaguar. Aquí, el ecoturismo y otras actividades productivas, poco a poco permiten aprovechar los recursos naturales y generar empleos en las comunidades del área, bajo un esquema de sustentabilidad y aprovechar mejor las riquezas ecológicas y culturales de esta Meseta de Cacaxtla.
Poco tiempo después, nos acercamos a la costa salpicada de playas arenosas, amplias bahías y altos acantilados, que forma parte de los municipios de Mazatlán y San Ignacio; la porción marina es un reservorio de especies como tortuga marina, pargo, tiburón, camarón y langosta. Esta amplia porción costera cobija una leyenda local sobre la existencia de un gran tesoro enterrado por piratas. Nosotros solo apreciamos matorrales espinosos y altos cardones, algunos mangles al sur y hacia tierra firme la ondulante selva baja caducifolia, que en los cauces de arroyos se torna en selva mediana. El verano con las lluvias transformará todo en un vergel teñido de verde.
Al fin llegamos a un sitio espectacular: la playa Las Labradas, donde visitamos el Museo de sitio y admiramos los más extraños petroglifos dispersos en unos 400 metros de playa: es arte rupestre en la orilla del mar, que conserva el mensaje dejado en oscuras rocas volcánicas. Son más de 500 rocas labradas con figuras abstractas, humanas, plantas y animales, con diseños de 10 cm a 1.5 m de longitud. Representan símbolos con imágenes de lo real o lo sagrado en piedra, ilustran Dioses, visiones y cosmogonías; son expresiones artísticas talladas en piedras sólidas, la mayoría en buen estado y que han sido bañadas por el mar por más de mil años, un enigma de tiempos antiguos que perdura hasta nuestros días.