En el corazón de la Sierra Norte de Puebla, se encuentra la ciudad de Zacatlán, un nombre derivado del náhuatl “Zacatl” zacate y “Tlan” (lugar donde abunda el zacate), mejor conocida como “Zacatlán de las Manzanas”, y por sus relojes monumentales, piedras encimadas, cascadas y cañadas espectaculares como la de Los Jilgueros que bordea la ciudad. En su centro histórico cuenta con calles de trazos rectos rodeadas por una bien conservada arquitectura virreinal, con casas y templos de dos aguas con tejas rojas. Destaca por sus tradiciones, licores, sidras y conservas de frutas, zarapes, ollas de barro, pan de queso de cabra, paisajes únicos, y principalmente por su gran producción de manzanas y rompope, así como por sus famosos relojes monumentales. A pocas calles del centro está el espectacular Mirador de la Barranca Los Jilgueros, donde se aprecia el subir y bajar de la neblina, al fondo el río Ajajalpan, y en la lejanía la cascada de Tulimán de casi 300 metros.
En el centro histórico está el Palacio Municipal de estilo neoclásico construido en el siglo XVIII, a base de piedras labradas y arquería que muestra un bella arquitectura en sus líneas; enfrente destaca el ExConvento Franciscano, considerado una joya arquitectónica virreinal iniciada en 1562 con techo de tejas rojas y viguería de madera que realza su ancestral belleza; a un lado está la Parroquia de San Pedro, una edificación de estilo barroco de finales del siglo XVII, adornada por motivos populares y las estatuas de San Pedro y San Pablo, patronos del municipio. Entre estas construcciones destaca el Reloj Floral que luce dos carátulas de 5 m de diámetro y cubiertas por flores coloridas, que lo han tornado uno de los pocos relojes con estas características en el mundo. Un atractivo más son los Relojes Centenario, la primera fábrica de Relojes Monumentales en América Latina que tiene al Museo interactivo de Relojería «Alberto Olvera” que exhibe relojes antiguos y actuales.
A menos de 25 kms de Zacatlán, se encuentra el Valle de Piedras Encimadas, un paraíso para quienes disfrutan de la naturaleza, pues alberga formaciones rocosas espectaculares que desafían la gravedad en tierras planas, inclinadas y elevadas: es un mundo mágico, apacible y rodeado por esbeltos pinos; en 300 hectáreas, destacan decenas de extrañas figuras que en su mayoría de hasta 10 m de altura, con algunas que alcanzan los 20 m de altura; sus formas son caprichosas, como un duende o figura mítica, más allá hay columnas, animales, perfiles humanos, hongos, todo según la imaginación del visitante. El tallado y creación de estas obras pétreas, se atribuye a la erosión de la piedra caliza que tiene un remoto origen marino, y que ha requerido durante milenios los efectos de las lluvias y el viento. Así, estas espectaculares esculturas pétreas naturales que son caprichos de la naturaleza, merecen nuestra admiración, y su conservación actual y futura.
Anécdota de Margarita Quiroga M. (Licenciada en Turismo de Zacatlán, Pue.): una tarde a finales del año 2014, fui testigo de un fenómeno extraño, cuando regresaba procedente de la ciudad de Puebla, alrededor de las 5:30 PM, llegué hasta mi casa ubicada a orillas de Zacatlán, al bajar del carro con mi hija, nos llamó la atención una gran nube que relampagueaba dentro de ella misma; nos sorprendimos mucho y me dijo grábala mamá, así usé la cámara de mi celular y grabé como relampagueaba, lo extraño ocurrió a los 5 o 6 segundos, cuando algo dorado salió volando hacia arriba, era como una luz girando o rayo muy raro, asustada dejé de grabar porque vi subir ese rayo giratorio; y con miedo nos metimos a la casa, ya después al poner el video en cámara lenta, pude ver como que esa luz subía como espiral. Para mi podía hacer sido un Ovni, y ha sido la nube más extraña que he visto.